Saludo desde el Sínodo

Circ. Nro. 035/23

Queridos hermanos,

Con gran alegría les escribo para saludarlos con afecto, recordándolos de corazón. Como Uds. saben, me encuentro en Roma, participando del Sínodo convocado por el Papa Francisco para reflexionar sobre la naturaleza sinodal de la Iglesia. Junto a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provenientes de diferentes pueblos, países, culturas y generaciones, vivimos esta significativa experiencia de Iglesia, llamada a servir a la humanidad con el anuncio de Jesucristo. En la Eucaristía inicial, el Papa nos indicó la finalidad del Sínodo, para que lo pudiéramos vivir con fidelidad creyente.

“(…) No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas. El Sínodo, queridos hermanos y hermanas, no es un parlamento. El protagonista es el Espíritu Santo. No, no estamos aquí como en un parlamento, sino para caminar juntos, con la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge a todos los que están afligidos y agobiados. Partamos, pues, de la mirada de   Jesús,   que   es   una mirada   que bendice y acoge. “

El rico intercambio de experiencias y pareceres, nos ayuda a conocer realidades muy distintas a las nuestras, en las cuales la Iglesia está presente capilarmente. El Instrumento de Trabajo nos ha indicado el horizonte de la reflexión: Los grandes desafíos pastorales de la evangelización actual, la actuación de la Iglesia en el mundo de los pobres, la ministerialidad eclesial y la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el ministerio sagrado, la importancia de los vínculos con las Iglesias católicas orientales, las migraciones forzadas, la dinámica de las comunicaciones y la existencia de un continente digital que nos interpela, son algunos de los temas abordados en el aula sinodal.

Por eso necesitamos escuchar con el corazón y animarnos en la esperanza de una Iglesia que profundiza la comunión, la misión y la participación de sus fieles. El clima de participación en el aula y los grupos (círculos menores) es excelente, de mucha cordialidad fraterna y una gran vocación por compartir abierta y francamente.

Les escribo en la fiesta litúrgica de San Juan XXIII, que hace sesenta y un años inauguraba las sesiones del Concilio Vaticano II, que transformó definitivamente nuestra vida eclesial. Les comparto con emoción las palabras del Papa bueno a los padres conciliares en aquella ocasión.

“Cielo y tierra, puede decirse, se unen en la celebración del Concilio: los Santos del Cielo, para proteger nuestro trabajo; los fieles de la tierra, continuando en su oración al Señor; y Uds. secundando las inspiraciones del Espíritu Santo, para lograr que el común trabajo corresponda a las actuales aspiraciones y necesidades de los diversos pueblos. Todo esto pide de Uds. serenidad de ánimo, concordia fraternal, moderación en los proyectos, dignidad en las discusiones y prudencia en las deliberaciones. Quiera el Cielo que todos sus esfuerzos y sus trabajos, en los que están centrados no sólo los ojos de todos los pueblos, sino también las esperanzas del mundo entero, satisfagan abundantemente las comunes esperanzas.”

Un gran abrazo en el Señor, que su Madre, la Virgen del Rosario, siga acompañándonos con su ternura e intercesión.

Roma, 11 de octubre de 2023

Fiesta litúrgica de San Juan XXIII

+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo