“… veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado.” (Lc. 2, 15)
Circ. Nro. 035/2021
Mis queridos hermanos:
Como los pastores, en esta Navidad queremos acercarnos al pesebre de Belén para encontrar al Señor y llenarnos de alegría porque el Padre ha cumplido su promesa de darnos un Salvador. En su pequeño Hijo, Dios nos recuerda nuestra fragilidad y nos invita a estrecharnos en derredor suyo para ser fortalecidos con su amor.
“Un niño nos hace sentir amados, pero también nos enseña a amar. Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos, y de esos tenemos tantos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren. Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos… Eres tú, Jesús, el Hijo que me hace hijo. Me amas como soy, no como yo me creo que soy; yo lo sé. Al abrazarte, Niño del pesebre, abrazo de nuevo mi vida. Acogiéndote, Pan de vida, también yo quiero entregar mi vida. Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque —Tú sabes— desde esta noche todos son mis hermanos.” (Papa Francisco, Homilía en la Misa de Nochebuena 2020).
Que Jesús, nacido en Belén, nos ayude a fortalecer nuestros vínculos familiares y sociales. Que nuestras comunidades parroquiales, nuestras instituciones y movimientos sean instrumentos al servicio de la fraternidad concreta de hombres y pueblos. Que cada uno de nosotros, miembros de esta Iglesia mendocina, testimoniemos la fuerza del amor que nos trae el Señor.
Los encomiendo a la maternal protección de la Virgen del Rosario. Reciban mi abrazo y la bendición en Jesús, el niño de Belén.
Mendoza, 22 de diciembre de 2021
+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo