Saludo de Fin de Año y presentación del mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial de la Paz

Circ. Nro. 037/21

Queridos hermanos,

Como cada año, concluyendo 2021, deseo saludarlos, expresarles mis deseos de un fecundo año nuevo e invitarlos a la lectura y reflexión del mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz, convocada este año bajo el lema: Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera.

“En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados. Aquí me gustaría proponer tres caminos para construir una paz duradera. En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana.” (Mensaje, n. 1)

De esta manera, la invitación del Papa nos ayuda a profundizar nuestra reflexión sobre el diálogo intergeneracional, la educación y el trabajo como tres verdaderas herramientas al servicio de una paz duradera para hacernos artesanos de la paz.

En cuanto al imprescindible diálogo intergeneracional, el Papa se refiere a los interlocutores, los mayores como depositarios de la memoria y los jóvenes como los continuadores de la historia. Educación y trabajo son los lugares y contextos de este diálogo. “Es la educación la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones, y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común.” (Mensaje, n. 2)

A nivel mundial, contrasta escandalosamente la gran inversión en armas con los magros aportes a la educación por parte de los Estados. Para el Papa Francisco, además de invertir en educación, debe fortalecerse la opción por la educación, con un fuerte compromiso con el desarrollo de la cultura del cuidado y el establecimiento de un pacto educativo global que tenga a los jóvenes como protagonistas para formarlos como personas maduras, con una decidida participación de las familias, las comunidades, las escuelas, las universidades, instituciones, religiones y gobiernos, con atención al cuidado de la casa común y de la fraternidad humana (cfr. Mensaje, n.2).

Al referirse al trabajo como el ámbito donde el hombre comparte sus dones personales en un marco de compromiso, esfuerzo y colaboración con los otros, el Papa evalúa los condicionamientos creados por el Covid19 y la incidencia del factor tecnológico, muchas veces sustitutivo del ser humano en cuanto fuerza laboral.

Y no deja de subrayar la importante participación y cuidado de todos los actores: “Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.” (cfr. Mensaje, n. 3).

Al comenzar un nuevo año, el Mensaje Papal inspira nuestra comprensión del tiempo que vivimos para que, como creyentes, seamos artífices de una renovada vida social. Participar activamente en ella, debe ser para los cristianos un imperativo según el estado de vida, las condiciones personales y vocacionales para involucrarse y testimoniar la vigencia del Evangelio. Si bien la Doctrina social de la Iglesia siempre nos pone a disposición su rica reflexión de los grandes temas de la comunidad humana, nos toca a nosotros, los cristianos, dar el paso de concretarla en nuevas y más conscientes prácticas de ciudadanía, en la vivencia coherente del ideal evangélico por parte de las familias y las comunidades a partir de la solidaridad con los más pobres y alejados, con los excluidos y los descartados.

Los proyectos de Cáritas de ayuda en la emergencia, pero sobre todo los que constituyen propuestas de promoción humana, educativa y laboral, el trabajo con los encarcelados, los enfermos, los migrantes y las personas víctimas de la trata y las adicciones, así como la asistencia de las personas en situación de calle, son expresiones de nuestras pastorales “de trinchera” en las que la comunidad eclesial proclama con fuerza que el Amor es más fuerte. En este servicio pastoral de la Iglesia, los pobres no son meros destinatarios de nuestra caridad sino hermanos muy queridos, convocados a ser protagonistas de la vida en toda su plenitud y dignidad. Para eso trabajamos.

Que el Señor nos conceda vivir con pasión evangélica el año 2022, que sumemos nuestros esfuerzos para transformar el mundo por amor, ese amor nacido como respuesta personal al llamado evangélico de Jesús a ser sal de la tierra y luz del mundo.

Los abrazo y bendigo en Cristo, el buen Pastor, junto a su Madre Santísima del Rosario. ¡Feliz y fecundo 2022 en el Señor!

Mendoza, 30 de diciembre de 2021.
+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo