Circ. Nro. 10/22
Queridos hermanos sacerdotes,
¡Feliz día del sacerdote! Aunque hay otros días del año en que la liturgia de la Iglesia nos invita a dar gracias por nuestro ministerio, el Jueves Santo nos lleva al instante en que el Señor después de lavar los pies a los discípulos, instituyó la Eucaristía y nos hizo sus servidores para celebrarla en memoria suya.
Como les decía, en la Misa Crismal, los sacerdotes hemos sido enviados por el Señor a anunciar la buena noticia de su Reino. En nuestro caso, como miembros de un presbiterio que quiere amar en esta Iglesia mendocina, que desea crecer en fidelidad a la invitación del Maestro que no vino a ser servido sino a servir. Él nos ungió para que nosotros ungiéramos a nuestros hermanos.
“Somos ungidos para ungir. Ungimos repartiéndonos a nosotros mismos, repartiendo nuestra vocación y nuestro corazón. Al ungir somos reungidos por la fe y el cariño de nuestro pueblo. Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega que muchas personas ilustradas consideran como una superstición. El que aprende a ungir y a bendecir se sana de la mezquindad, del abuso y de la crueldad.” (Francisco, Misa Crismal, 18 de abril de 2019)
Al saludarlos en este día, les agradezco toda la colaboración prestada a nuestro ministerio episcopal en cercanía fraterna y generosa entrega pastoral, lo cual constituye para nosotros una ayuda imprescindible y un testimonio de la fecundidad de la Iglesia.
Los abrazo y bendigo en Jesús, buen Pastor, reiterándoles mi deseo de un feliz día del sacerdote.
Mendoza, 14 de abril de 2022
+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo