Saludo a los maestros en su día

Circular Nº 48/20

«No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa» (Isaías 41,10)

Queridos docentes:

¡Muchas felicidades en este día! En nombre de esta Iglesia particular de Mendoza, quiero agradecerles su sí a la misión de educar para formar hombres y mujeres nuevos. Que siempre puedan vivir en plenitud ese llamado a dar vida.

Este año ha sido duro y desafiante para todos. En el caso de Uds., las circunstancias de este tiempo de pandemia con el consiguiente aislamiento y distanciamiento social, preventivo y obligatorio, según las fases, los obligaron a aprender, incluso sobre la marcha, a educar a nuestros niños y jóvenes de otros modos, con la ayuda de programas informáticos y redes sociales. Ciertamente el encuentro personal real con los alumnos es parte esencial de la educación y su ausencia sigue siendo una carencia grandísima que duele.

Tampoco faltaron dificultades porque el cambio de vida fue drástico para todos: el desconocimiento de lo informático y de la dinámica de lo virtual, los problemas de conectividad, las propias tensiones personales y familiares de cada docente y de los alumnos, así como la incidencia de la crisis económica. Pero allí estaban Uds. para ponerle todo el corazón a la misión de educar.

Para perseverar con fidelidad al encargo recibido, están llamados a ser testigos de una esperanza grande en que vendrán tiempos nuevos y mejores en los que estaremos fortalecidos como sociedad y como personas. Quien educa es siempre un hombre o una mujer de esperanza porque apuesta fuertemente a la vida que crece en jóvenes y niños. Ellos no son el futuro, sino el “ahora de Dios” como dice de ellos el Papa Francisco. Para quienes somos creyentes, esa esperanza se funda en Dios, fuente de toda vida. Esto nos sostiene aún en el desánimo y la angustia de la vida cotidiana sin esos encuentros naturales, reinventando los caminos para hacernos presentes en la vida de los otros.

Quiero llegar a todos Uds. con un abrazo de padre y pastor, extensivo no sólo a los maestros y profesores de los institutos arquidiocesanos y religiosos, sino a todo el personal de la comunidad educativa mendocina en general. Con mi bendición, los animo a seguir dando vida.

Mendoza, 11 de septiembre de 2020