Saludo a los hermanos y hermanas consagrados

Queridos hermanos y hermanas,

Deseo hacerles llegar mi saludo en este día en que celebramos con toda la Iglesia en Argentina, el Día de la Vida Consagrada. Providencialmente, días atrás tuvo lugar en Catamarca, la beatificación de Fray Mamerto Esquiú, cuyo testimonio de religioso resplandece en la historia argentina por su servicio a la causa de la libertad y el bien común.

En la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Papa Francisco, tomando como referencia la figura de Simeón, invitaba a los consagrados a cultivar la paciencia, no como resignación sino como actitud responsable y creativa mientras no se deja de esperar en Dios:

“La paciencia nos ayuda a mirarnos a nosotros mismos, a nuestras comunidades y al mundo con misericordia. Podemos preguntarnos: ¿acogemos la paciencia del Espíritu en nuestra vida? En nuestras comunidades, ¿nos cargamos los unos a los otros sobre los hombros y mostramos la alegría de la vida fraterna? Y hacia el mundo, ¿realizamos nuestro servicio con paciencia o juzgamos con dureza? Son retos para nuestra vida consagrada: nosotros no podemos quedarnos en la nostalgia del pasado ni limitarnos a repetir lo mismo de siempre, ni en las quejas de cada día. Necesitamos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere. Y esto se hace con humildad, con simplicidad, sin mucha propaganda, sin gran publicidad.”

Francisco a los consagrados y consagradas, Homilía en la misa del 2 de febrero de 2021

En tiempos complejos como los que estamos viviendo, Uds. son un signo inequívoco de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, aportando sus dones y carismas, suscitando caminos nuevos de compromiso y servicio entre los más pobres, animando la oración y proponiendo con su testimonio, la vida nueva que Cristo ha venido a traernos. Que la tentación del repliegue, propia de la larga cuarentena que vivimos, el miedo que paraliza, el aislamiento que angustia y atomiza, no apaguen la fuerza de Dios en Uds. y sus comunidades. No dejen de interpelar, de movilizar, de suscitar esa Vida de Dios entre nosotros, en el clima de una comunión creativa y densamente habitada por nuestra Madre la Virgen del Rosario.

Con afecto, lo abrazo y bendigo en Jesús, el buen Pastor.

En Mendoza, a ocho días del mes de setiembre de dos mil veintiuno.

+ Marcelo Daniel Colombo
Arzobispo de Mendoza