Evocación de Mons. Cándido Rubiolo en el centenario de su nacimiento

Circ. Nro. 51/2020

Queridos hermanos,

El 19 de setiembre se cumplirán cien años del nacimiento de Mons. Cándido Rubiolo, arzobispo de Mendoza. La evocación de sus palabras y gestos, nos invita a dar gracias a Dios por su ministerio pastoral entre nosotros y a vivir la comunión eclesial como don y tarea.

Si bien no tuve el gusto de conocerlo personalmente, he podido recoger hermosos testimonios sobre él, tanto en La Rioja como aquí en Mendoza, donde fue mi predecesor en la guía de ambas Iglesias particulares. En su corto período como administrador apostólico en La Rioja (1976-1977), ayudó a esa comunidad diocesana a afrontar los meses sucesivos al asesinato de Mons. Angelelli, con numerosos gestos de cuidado paternal.

Luego de un también brevísimo tiempo de ejercicio del ministerio episcopal en Villa María (1977-1979), ante la muerte repentina de Mons. Maresma, en la inminencia de la celebración del Congreso Mariano Nacional previsto en Mendoza, el Santo Padre Juan Pablo II lo convocó como nuevo arzobispo de Mendoza.

Entre sus escritos personales, me gustaría destacar dos por su carácter autobiográfico y la evaluación del camino eclesial recorrido junto a su grey. Me refiero en primer lugar a su Mensaje de la Cuaresma del año 1993, dirigido a sacerdotes, diocesanos y religiosos, y un segundo escrito que consigna sus Palabras de Despedida. Ambos textos rezuman caridad pastoral, expresando la extendida vigencia a lo largo de los años, de su lema episcopal “Omnia in charitate”, todo con amor y por amor, según él mismo explica.

En el citado Mensaje en la Cuaresma de 1993, consigna los acontecimientos importantes de la Iglesia en Mendoza, frutos de la pródiga obra de Dios en aquel período: ”Congreso Mariano Nacional; Visita del Santo Padre; reapertura del Seminario (Filosofía); Misión ’84; Primer Congreso Arquidiocesano de Educación Católica; elección de una opción Pastoral Diocesana; Primer Congreso Arquidiocesano de Catequesis e iniciación de la Catequesis Familiar, creación del Instituto San Pío X; creación del- Consejo Arquidiocesano de Pastoral; creación de la Comisión Arquidiocesana de Juventud; creación del Secretariado Arquidiocesano para la Familia; creación de la Escuela de Ministerios; creación del Departamento Arquidiocesano de Fieles Laicos; presencia del Monasterio Carmelitano; construcción del Seminario Nuestra Señora del Rosario; comienzo de los estudios Teológicos, etc., etc..”

Si el Congreso Mariano Nacional fue un “nuevo Pentecostés” según las palabras de Mons. Rubiolo en la Cuaresma de 1993, tan importante acontecimiento prolongaría su fecundidad con la celebración de una Misión arquidiocesana con ocasión de los cincuenta años de la Iglesia mendocina, la cual suscitaría en el tiempo, la adopción de una opción pastoral: «Crear comunidades vivas, misioneras y solidarias por una Iglesia viva, misionera y solidaria». En los años sucesivos, los obispos junto al presbiterio, la vida consagrada y el conjunto de los agentes pastores participarían activamente en la búsqueda de los mejores modos de poner en práctica de una manera orgánica, aquella opción pastoral: “El aprendizaje de una pastoral planificada se impuso como un instrumento imprescindible e insustituible. Nace así, también, el trabajo de una pastoral planificada, cuya necesidad y eficacia para la evangelización es cada día más evidente.” Contenido y método de la acción pastoral de la Iglesia de Mendoza eran de este modo asumidos consciente y decididamente en el camino evangelizador del obispo junto a su pueblo. En ese mismo Mensaje de Cuaresma de 1993 describe con dolor las tensiones eclesiales vividas en los años precedentes: «La Iglesia en Mendoza ha sufrido divisiones, no totalmente superadas, que crearon escándalos en la comunidad cristiana.” Y expresa esperanzado la necesidad de que «las particularidades se integren en una armonía que las supere sin anularlas «. Y añade: “Para esto es necesario profundizar los actuales canales de comunión y participación intraeclesiales y acentuar una ascesis de escucha, comunicación y respeto.”

Del conjunto de testimonios que he recibido en estos dos años junto a Uds., uno de los signos distintivos de la fecundidad pastoral de Mons. Rubiolo, ha sido la animación de la participación laical tanto en la Iglesia como en la vida social a través del importante desarrollo de las distintas pastorales eclesiales y la interacción de movimientos y asociaciones. Leemos en sus palabras de despedida, cómo evoca a cada sector con gratitud. Un gobernador de aquellos años me contó una vez muy emocionado, cómo Mons. Rubiolo acompañó personalmente la activa participación de los jóvenes mendocinos en la transición a la democracia, difundiendo los principios de la Doctrina social de la Iglesia y alentando debates y espacios de intercambio, siempre tan necesarios.

En este pequeño testimonio de gratitud a Dios por su obra, manifestada en Mons. Rubiolo, he querido destacar algunos aspectos de su ministerio pastoral que nos ayuden a comprender nuestra rica historia eclesial reciente. Considero necesario hacer memoria agradecida de la vida y el ministerio de este pastor-artesano, tan consciente de la misión de los cristianos de participar y transformar la vida humana según los deseos de Cristo.

Acompañan esta carta, los dos textos señalados y unas sentidas palabras del Pbro. Omar Lorente, en la Misa Crismal de 2004, evocando a Mons. Rubiolo. Vean Uds. de hacerlo presente en las celebraciones del día 19. Creo que este texto les puede ayudar, pero seguramente uds. tendrán mucho para aportar de su propia experiencia. Este domingo 20, en el contexto de la celebración televisada de la Misa, recordaré brevemente a Mons. Rubiolo y rezaremos por su eterno descanso. La Fiesta diocesana, originalmente prevista para evocar el Congreso Mariano Nacional que tuvo lugar en Mendoza y la vida y ministerio de Mons. Rubiolo, lo hará de modo virtual. Será la solemne acción de gracias arquidiocesana por este gran pastor, hombre de Dios, apóstol de Jesucristo.

Los abrazo y bendigo en Jesús, el buen Pastor, muy unidos en torno a nuestra Madre del Rosario.

Mendoza, 18 de septiembre de 2020
+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo