Circ. N° 13/2020
Queridos hermanos,
Quería escribirles en este tiempo difícil que nos toca atravesar, consciente de la necesidad que tenemos de animarnos y sostenernos en la fe. Con Mons. Mazzitelli, sentimos como pastores, la urgencia de seguir presentes en sus vidas, aunque no podamos encontrarnos personalmente, por ahora.
Van pasando los primeros días desde que comenzó este período de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Si bien todos advertíamos la gravedad de la situación, la veloz expansión de la pandemia a nivel mundial nos hizo pensar a los cristianos, en la necesidad de cuidarnos y cuidar a los demás, como una consecuencia del Mandamiento del amor de Jesús.
¡Cuántos planes personales y familiares debieron posponerse en este tiempo! También en nuestras parroquias y en nuestra vida diocesana, hemos sentido el impacto de estas decisiones preventivas que buscan garantizar el bien común de la sociedad que afectan, naturalmente, la riqueza y el dinamismo de esta parte de la Cuaresma y los días sagrados de la Pasión y de la Pascua, tiempo de vitalidad espiritual y pastoral para la Evangelización.
Sin embargo, deseo destacar la importante creatividad que van desarrollando laicos y sacerdotes, para juntarse virtualmente a pesar de la distancia física y geográfica; una Iglesia muy unida que vibra en el seguimiento del Señor y que no deja de alabarlo, predicarlo y reconocerlo presente en estos signos de los tiempos que desafían nuestra fidelidad. Así entiendo las celebraciones y conferencias en internet por Facebook, Instagram u otras plataformas, los grupos de WhatsApp, las diferentes actividades que se van proponiendo y que desarrollan esa maravillosa mística del nosotros, como parte del Pueblo de Dios, todo lo cual me conmueve y edifica. Lo mismo puedo decir de las actividades de Cáritas, sus comedores y merenderos, la Pastoral de la Calle, la Pastoral de Migrantes ¡Gracias por ese testimonio, gracias por mantenernos atentos al Espíritu Santo que siempre nos está enviando a los hermanos!
La fiesta de la Anunciación del Señor, compromete nuestra oración junto al Santo Padre, que nos pide acompañarlo y unirnos con toda la Iglesia y comunidades creyentes, en las siempre nuevas y consoladoras palabras del Padrenuestro, mañana a las 8.00 hs. de Argentina. Más tarde, a las 12.00 hs., como Iglesia en la Argentina, rezando el Padrenuestro haremos resonar las campanas de nuestras iglesias y templos.
Refiriéndose a la fiesta de la Anunciación, nos enseña el Papa Francisco: “El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos escuchado nos relata el momento decisivo de la historia, el más revolucionario. Es una situación convulsionada, todo cambia, la historia se invierte. Es difícil predicar sobre este pasaje. Y cuando en Navidad o en el día de la Anunciación profesamos la fe para decir este misterio nos arrodillamos. Es el momento en que todo cambia, todo, desde la raíz. Litúrgicamente hoy es el día de la raíz. La antífona que hoy marca el sentido es la raíz de Jesé, “de la que nacerá un brote”. Dios se agacha, Dios entra en la historia y lo hace con su estilo original: una sorpresa. El Dios de las sorpresas nos sorprende una vez más.” (Papa Francisco, En la Anunciación de 2018)
Si Dios quiso entrar en nuestra historia, no nos abandonará ya que nada nuestro le resulta ajeno o indiferente y porque siempre quiere nuestro bien. Que Dios se haya hecho hombre, que haya tomado nuestra carne para habitarla y dignificarla, desafía nuestra propia capacidad para vivir con coherencia ese don de Dios. Él nos ha querido hijos; se trata ahora de trabajar para vivir nuestra condición de hermanos a partir de esa filiación que nos rescata y eleva.
Es un tiempo de mucha responsabilidad social, exigida precisamente por esta fraternidad entre todos los hombres. Las grietas y diferencias infinitas que nos estaban embargando deben cesar ante la contemplación de la pandemia que nos asedia. El amor de Dios nos urge a ayudarnos y a ser solidarios de verdad, quedándonos en casa, limitando las posibilidades de circulación del virus, atendiendo al máximo las disposiciones de la autoridad pública dictadas para el bien común.
Los innumerables gestos de solidaridad que se multiplican entre nosotros expresan esa condición de hermanos. Así entendemos las ayudas con las compras entre vecinos para evitar desplazamientos, la participación responsable (con las normas de higiene y seguridad indicadas) en los espacios de voluntariado que normalmente integramos, las llamadas telefónicas o por otros medios para hacernos presentes en la vida de los demás e interesarnos sobre su salud y estado de ánimo, y ciertamente, la más importante de las solidaridades, la intercesión de unos por otros, por los que están enfermos o han fallecido, por sus familias, por los médicos, enfermeros e investigadores, presentes en las trincheras donde se enfrenta el COVID19, para que pronto pase esta calamidad y volvamos a estar juntos en plenitud.
En estos días les haré llegar aquellas orientaciones necesarias para celebrar la Semana Santa. No deseo adelantarme a las posibles determinaciones de la autoridad pública. Pero estamos ante una situación extraordinaria que desafía nuestra creatividad en la dolorosa limitación de no poder encontrarnos y participar como siempre. Desde el próximo domingo y mientras dure el coronavirus, televisaremos la Santa Misa, por canal 7, a las 9 hs. Agradecemos a las autoridades del Canal la buena disposición a nuestra propuesta. Aún no hemos conseguido todavía asegurar la difusión televisiva de las celebraciones de Jueves Santo y Viernes Santo, tan sentidas para nuestro pueblo cristiano. Pero ciertamente estaremos presentes en las habituales plataformas virtuales.
Como rezábamos con el Papa Francisco hace algunos días, ante la Virgen María, nuestra Estrella encendida, pidámosle que, por su intercesión poderosa, como en Caná, vuelvan la alegría y la fiesta al corazón de los hombres, de las familias, de los pueblos, de la Humanidad.
Los abrazo y bendigo en Jesús el Buen Pastor. Aunque crucemos por oscuras quebradas, no temeremos ningún mal. Su guía y su mano nos infunden confianza (cfr. Salmo 23,3).
Mendoza, 24 de marzo de 2020
En Vísperas de la Anunciación del Señor.
+Marcelo Daniel Colombo
Padre Obispo de Mendoza