«Déjense reconciliar por Dios»

Les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.

(2 Corintios 5,20)

Carta Pastoral de Cuaresma

Queridos hermanos,

Con estas palabras bíblicas, el Papa Francisco nos invita a vivir la Cuaresma para abrazar el Misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo con un corazón libre y generoso. Con la celebración del Miércoles de Cenizas, comenzamos el tiempo de Cuaresma que nos llama a prepararnos convenientemente para vivir la Pascua del Señor.

«Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa.  Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez»

(Francisco, Christus vivit, n. 123)

Las cenizas en la frente, este próximo Miércoles, expresan nuestra voluntad de disponernos a vivir la Cuaresma con un corazón verdaderamente arrepentido, deseoso del perdón de Dios y animado por la voluntad de vivir reconciliados con Él y con nuestros hermanos los hombres. Oración, ayuno, limosna constituyen los tres medios o caminos que nos propone la pedagogía espiritual de la Iglesia, en obediencia a Jesús, para recibir el abrazo de perdón del Padre, que fortalezca nuestros pasos vacilantes.

En esta verdadera urgencia de convertirnos, nos serena saber que Dios nos espera para dialogar. De esta apasionada voluntad del Padre de comunicarse con nosotros, nos habla el Santo Padre para insistir en la oración como nuestra gran posibilidad de encuentro. Que sea una oración sentida, iluminada por la Palabra y los signos de los tiempos, con nuestro corazón en la mano, buscando vivir según Dios.

Celebrar la Cuaresma entonces, será un itinerario a recorrer hacia la Pascua de Jesús y, a la vez, un sendero que nos lleve a edificar nuestras vidas sobre el sólido fundamento de una Paz ganada por la sangre derramada en la Cruz por el Señor, que sólo quiere nuestro bien.

Pero además de la oración, contemplar a Cristo, nos interpela en nuestra relación con los bienes. La limosna y el ayuno indican un camino de desprendimiento en sintonía con las necesidades de los hermanos.

“Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo. Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo.”

(Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2020).

Una auténtica ascesis del poseer y del consumir nos ayudará a volver sobre los pasos de los hijos de Dios y hermanos de Cristo. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?(Mateo 16,26) nos sigue diciendo el Señor.

Para nuestra “agenda cuaresmal” mendocina quedan deducir las consecuencias de un mensaje tan rico como el de la Cuaresma. A la apasionada vocación de diálogo del Padre con nosotros sus hijos, nos queda para pensar en los espacios de oración que se desarrollan entre nosotros, para fortalecerlos y enriquecerlos con una mirada del corazón centrada mucho más en el Misterio Pascual de Cristo.

Pero de ese diálogo, hecho oración con el Padre, también podemos deducir la exigencia de trabajar sobre las necesarias instancias de diálogo entre nosotros para que nuestra comunidad diocesana se afiance y crezca en el seguimiento del Señor en esa perspectiva sinodal sobre la que venimos trabajando desde este último tiempo. Crecer en el discernimiento comunitario de los modos de anunciar y celebrar a Jesucristo, así como servirlo en los más pobres, es parte imprescindible de la planificación parroquial, decanal y diocesana del año que se verifica en este tiempo inicial del año. Del diálogo abierto y sincero con el Señor, se sigue pues, como consecuencia, la significativa importancia de dialogar entre nosotros.

Pero me gustaría proponerles un paso más. Preguntémonos cómo servir más y mejor a esta sociedad mendocina en estos tiempos difíciles en que grietas y crispaciones se apoderan de los distintos espacios y amenazan con dejarnos la sensación de que está todo perdido y nada se puede intentar. Es importante trabajar para “desarmar” los espíritus caldeados, fortalecer la capacidad de comprensión entre las personas, animar en aquellos lugares donde vivimos, estudiamos o trabajamos, actitudes receptivas de las opiniones de los demás, fortalecer la escucha atenta del otro, dejando de lado la imposición de acuerdos automáticos o el rechazo autoritario y violento de la opinión de los demás. En esto, los cristianos tenemos mucho para aportar, para ayudar, para ofrecer. Que sean parte de nuestro camino cuaresmal, una auténtica ascesis de maltrato, de autoritarismo, de señalamientos despiadados de los errores de los otros para llegar más sensibles, cercanos y fraternos a la Pascua del Señor.

Dios nos conceda una Cuaresma llena de luz, que nos guíe al encuentro del Crucificado por encima de nuestras infecundas omnipotencias y fragilidades. Dejemos a Dios actuar en nuestros corazones y en la vida comunitaria, tendiendo puentes, construyendo canales de diálogo y generoso servicio a la amistad social.

Los abrazo y bendigo en Jesús, buen Pastor, implorando la protección de Nuestra Madre del Rosario, en el Año Mariano Nacional.

Mendoza, 25 de febrero de 2020.-

+ Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo
Arzobispo de Mendoza