Circular N°30

Mis queridos hermanos,

En estos días hemos tenido la grata comunicación que Mendoza entraba en una fase más distendida de la estrategia para evitar la difusión y circulación del Covid19. El denominado Distanciamiento social, preventivo y obligatorio, parece indicar que se podrán ir retomando con las debidas precauciones, muchas de las actividades ordinarias.

Agradecemos al gobierno provincial, el esfuerzo realizado en estos largos meses, así como la gradualidad inteligente que permitió las caminatas, el reencuentro de familias primero y ahora de amigos y grupos, la apertura de iglesias y de templos. Vaya un “gracias” especial al área de Salud, por la entrega extraordinaria de quienes la conforman.

Por todos estos aspectos auspiciosos del regreso cuidadoso a la vida ordinaria, es que he pedido  al Señor Gobernador en dos oportunidades, que autorice la celebración de la Santa Misa y los sacramentos. Inclusive adjunté un protocolo que pudiera ser de referencia, difundido ampliamente por los medios de comunicación.

El decreto 520 del Poder Ejecutivo Nacional habilita celebraciones de diez personas. Pero añade que el Jefe de Gabinete puede autorizar expresamente excepciones.

“El Jefe de Gabinete de Ministros, en su carácter de Coordinador de la “Unidad de Coordinación General del Plan Integral para la Prevención de Eventos de Salud Pública de Importancia Internacional” podrá disponer excepciones a lo previsto en este artículo. Las excepciones deberán autorizarse con el protocolo respectivo que deberá dar cumplimiento a las recomendaciones e instrucciones de la autoridad sanitaria nacional, la que deberá intervenir y expedirse, en forma previa, acerca de la conveniencia de la medida de excepción y respecto de la pertinencia del mencionado protocolo.”

En el modo de trabajo que han llevado hasta ahora, Nación y Provincia, esas excepciones las tramita el Gobernador. Esa exigua cantidad de fieles resulta insuficiente para las personas que deseen participar de las ceremonias religiosas. Se puede pensar en una razonable ampliación hasta el 25% o el 50% de la capacidad de nuestros templos para que, respetando la distancia social necesaria, podamos compartir nuestra oración común por excelencia, la Santa Misa, y recibir eventualmente en celebraciones más chicas a otros hermanos para otros sacramentos.

En la nueva normalidad, como se define este tiempo, la espiritualidad, la religiosidad, el culto, tienen un lugar significativo y necesario. No es justo ignorar estas dimensiones del hombre, silenciadas en la Conferencia de Prensa de ayer; silencio que ofende, habida cuenta del respeto y cooperación que la Iglesia y las otras confesiones religiosas han mantenido en relación con las decisiones de gobierno. En nuestro caso, nunca ejercimos presiones indebidas, y ayudamos, según nuestras posibilidades, para que muchos entendieran estas medidas restrictivas.

Queridos hermanos, sigamos rezando para que Dios ilumine la inteligencia y la voluntad de quienes nos gobiernan. Que sirvan estas palabras para recordar la vigencia de la dimensión  trascendente del hombre, la libertad de culto, y la dignidad integral de las personas.

Los abrazo y bendigo en Jesús, el buen Pastor, poniéndolos al amparo de María Santísima del Rosario.

+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo
9 de junio de 2020