Carta Pastoral de Pascua: Todos somos discípulos misioneros en salida

“Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que Él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.

(Hchs. 10,42)

Circ. Nro. 005/21

Mis queridos hermanos,

¡Feliz Pascua de Resurrección! El Señor ha cumplido su promesa de vencer a la muerte y de
darnos nueva Vida. La Semana Santa nos ayudó a entrar en este tiempo de encuentro con Cristo
resucitado. Si todo el año hemos vivido la preocupación por la extendida circulación del Covid, el
Señor nos llama a una esperanza nueva porque camina junto a nosotros.
Estamos invitados a pasar del encuentro con el Resucitado al testimonio vivo de esa misma
esperanza, para que nuestros hermanos conozcan al Señor y amándolo, lo sigan. El anuncio de
Cristo muerto y resucitado, ocupa el primer lugar de la misión de la Iglesia y no se agota en la sola
predicación de los misterios de la fe, sino que reclama aquellos gestos de vida que la corroboren y
que el Señor nos encomendó.

Con la alegría de la Pascua, llamados a vivir la sinodalidad eclesial

Las actuales circunstancias nos piden una forma de presencia eclesial que no imaginábamos.
Por eso, aquel camino de sinodalidad que nos invitaba a recorrer el Papa Francisco, adquiere hoy
vigencia y reviste particular urgencia recorrerlo juntos.
En una Iglesia donde todos somos corresponsables, cada uno según su propia vocación y
misión, la búsqueda común de la voluntad del Señor constituye una exigencia imprescindible para
edificar con el impulso del Espíritu Santo, una Iglesia servidora y en salida.
La organización y articulación de la catequesis, en sus distintas modalidades, nos
compromete a pastores y fieles en el discernimiento comunitario, imprescindible para su
afianzamiento, con la “recuperación” en cuanto sea posible, de los grupos que el año pasado se
cerraron, aquellos niños y jóvenes que interrumpieron su formación, y de aquellos catequistas que
no volvieron por razones personales y familiares, que puedan ser convocados.
Si bien puedan llegar a dictarse con el tiempo distintas medidas que impongan distintos tipos
de restricciones, con la experiencia alcanzada, y en el máximo respeto a las precauciones sanitarias
que puedan determinarse, debemos poder afrontar los desafíos de conjugar presencialidad y
virtualidad, con las intermitencias que puedan llegar a darse.
En esa línea, la Junta de Catequesis ha puesto a disposición de las comunidades, distintos
instrumentos pedagógicos y doctrinales para encaminar este proceso. El año pasado ignorábamos
muchas cosas en esta materia. Hoy ya tenemos nuevas herramientas para asumir las exigencias de
la vida pastoral en pandemia, juntos, pastores y fieles.

De una sinodalidad “desde abajo” a la plena comunión y participación

Precisamente por la particular exigencia de fortalecer nuestra misión en este tiempo en que
predominan la tribulación como clima y la desesperanza como horizonte, tenemos que asegurar en
parroquias y comunidades, el funcionamiento real de aquellos organismos parroquiales consultivos, el Consejo Pastoral y el Consejo de Asuntos Económicos, que acompañen la labor de párrocos y animadores pastorales, ampliando la mirada y dando el espacio necesario para todas las voces.
También el año pasado habíamos previsto conformar el Consejo arquidiocesano de Pastoral,
pero no pudimos hacerlo por la larga cuarentena y la consecuente imposibilidad de celebrar los
encuentros anuales de pastoral arquidiocesana destinadas a ese fin. Queremos retomar ese camino,
incorporando las nuevas modalidades de encuentro. En ello está trabajando el Equipo
arquidiocesano de Animación Pastoral. Los consejos parroquiales ya indicados, así como los
equipos de animación pastoral de los decanatos, constituyen espacios imprescindibles en la
configuración del Consejo arquidiocesano de Pastoral.

Una sinodalidad en clave latinoamericana

El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con la animación paterna del Papa
Francisco, ha convocado una Asamblea Eclesial Latinoamericana, con el lema “Todos somos
discípulos misioneros en salida”. América Latina, “continente de la esperanza”, en las felices
palabras de San Pablo VI, junto al Caribe, vivirán a lo largo de 2021 un tiempo de reflexión pastoral
común, que concluirá con la celebración de una Asamblea, en noviembre, en México.
Esta reflexión pastoral está orientada por un “Documento para el Camino hacia la Asamblea
Eclesial Latinoamericana” y se ha indicado una secuencia de etapas con distintos modos de
participación. Acompaño esta Carta Pastoral de Pascua con los materiales enviados por el CELAM,
para que los párrocos y animadores pastorales los conozcan y pongan a disposición de sus
comunidades.
De parte de la Arquidiócesis, queremos unirnos a este Camino latinoamericano en el marco
de las actividades de los distintos sectores y áreas pastorales. Cada comisión arquidiocesana, las
parroquias, los colegios, los movimientos e instituciones, todos estamos invitados a sumarnos a
esta reflexión para profundizar nuestro andar sinodal en el contexto más amplio de la Asamblea
Eclesial Latinoamericana.

Queridos hermanos, una vez más les deseo una Feliz Pascua de Resurrección. Somos testigos
de un Dios vivo que nos comparte la alegría de su triunfo y nos asocia a su misión de transformar el
mundo por amor. Deseo agradecerles todo lo que hemos ido viviendo juntos en este tiempo y la
comprensión ante las distintas medidas pastorales dictadas en respeto a las disposiciones
sanitarias y la exigencia de cuidarnos y cuidar a los hermanos. El acompañamiento de parte de los
fieles, constituye para nosotros los pastores, un signo pascual de la Iglesia comunión que
conformamos. Las rencillas innecesarias provocadas por quienes no participan de este espíritu
pascual, pueden distraer y desgastar el testimonio de Cristo resucitado. Sepamos perdonar y
concentrar nuestro espíritu en lo que realmente cuenta, la llamada del Señor que nos urge a
anunciarlo a los hermanos.

Los abrazo y bendigo en Jesús, buen Pastor resucitado, ante la mirada maternal de la Virgen
del Rosario.

Mendoza, 3 de abril de 2021
+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo